El colchón de muelles es el más habitual. Su núcleo consiste en una carcasa compuesta por muelles fabricados con alambre de hierro de un espesor de alrededor de dos milímetros. Estos se fijan en la parte superior e inferior a una varilla de contorno de acero.

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La carcasa se suele proteger mediante un manto de fibras a la que se puede añadir una plancha de espuma de poliuretano, sobre las que se coloca las tapas. La tapa está compuesta por una tela de variado material y diseño (damasco, piqué, etc.) que se acolcha con una o varias planchas de espuma de poliuretano o, más recientemente, de látex y viscolatex.

A la postre, la firmeza del colchón dependerá de la altura de la carcasa así como del número y densidad de planchas amortiguadoras que contenga. Las platabandas laterales también se acolchan en la misma tela y se cosen a las tapas por medio de burletes. En las platabandas, se practican orificios o se insertan válvulas de ventilación que permiten la circulación del aire durante la noche.